El Bueno, el Malo y el exPreciso
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El Despertar del León - David Icke.
El Horror Sobrenatural en la Literatura - H.P. Lovecraft.
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Movie Vista: The Uninvited
Escuchando: And So I Watch You From Afar - Eat the City, Eat it Whole
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¿No
se puede donde estás? ¿O no puedes hacerlo tú?
¿Demasiada
resistencia al cambio? ¿O falta de argumentos convincentes?
¿Demasiado
ambiente de conformismo? ¿O intolerancia a objetivos discrepantes?
¿No
quieres que te manden? ¿O hay baja tolerancia a la frustración (con
todos los trips raros que eso lleva)?
Pareciera
que la cultura organizacional actual gira solamente en torno al
servilismo. A la capacidad innata de los individuos para languidecer
ante el más mínimo susurro de capricho del patrón. O al menos eso
es lo que se espera de los contratados, pareciera que tenemos que
convivir además con una incapacidad para la honestidad propia de los
patrones, de los jefes, de los dueños de nuestras limosnas.
No
podemos requerir servidumbre técnica calificada, tenemos que
resguardarnos ante el supuesto profesionalismo que buscamos,
resguardarnos para nuestros cambios de humor repentinos, para
justificar nuestras exentricidades para con nuestros contratados.
Ellos a veces, son lo suficientemente condescendientes como para
seguir la corriente, pero en realidad todos somos partícipes en la
edificación de la terrible quimera en la que se ha convertido la
cultura de negocios de México.
En
el Foro Económico Mundial EPN "reconoció" que la
corrupción es algo cultural y estructural en México. Digamos que es
parte del folklore, parte del atractivo turístico mexicano, si eres
extranjero puedes venir y matar mexicanos, nada te pasará, caraxo
nosotros mismos lo hacemos todo el tiempo.
Al
menos es lo que las leyes y las políticas dejan entre ver: Es
terriblemente difícil poseer un arma en México como mexicano y la
Suprema Corte ha hecho ilegal la defensa de la propia vida, pero un
aduanero estadounidense puede matar mexicanos de manera legal en
cualquiera de las fronteras internas. Uno de los grupos delictivos
del estado de Veracruz está se cree que podría conformarse de hijos
de políticos; secuestran, violan y venden las mujeres a menú de la
comunidad que se quiera del norte del estado (los Porkys
por si gustan) pero nadie les ha hecho nada y Veracruz es un festín
de sangre periodístico, pero el gobernador habla de robos hormiga.
Es
simplemente comprensible el que exista una cultura clasista, si los
principales defensores de la sociedad; es decir el Estado que nace
con la principal función de proteger la integridad física y la
propiedad privada de los individuos y de los entes sociales; rechaza
esa responsabilidad o es partícipe del daño y la intemperie social.
Ahí es cuando claramente nos encontramos ante algo que este país no
ha vivido nunca: ausencia de Poder, por que un Estado que niega su
responsabilidad es un Estado que rinde su Poder.
Comprendamos
entonces un par de situaciones: Nuestros patrones no son los malos.
En todo caso lo despiadado de la política tampoco es un indicio de
maldad en sí. Debemos permitirnos como individuos dejar de ser tan
infantiles y ver en términos de bueno y malo.
Para
mí, pocas cosas son tan desesperantes como la irresponsabilidad. La
cobardía de achicarnos ante nuestros supuestos superiores, del ser
parte de éste derrumbe terrible que estamos sufriendo. Enfrentarnos
a decisiones que creemos erróneas es exactamente lo que crea buenos
productos, crea sanas organizaciones y construye comunidades fuertes.
No
digo que salgamos a las calles a oponernos a todo. Digo exactamente
lo contrario. Seamos partícipes de diálogos sin urgencias, sin
temores, sin repudios, con tenacidad y determinación. La unidad con
lo que queda de nuestras instituciones, no nos regresará ni los
millones, ni las promesas, ni nuestros muertos, pero debemos tenerla
no por el pasado pero sí si es que queremos un futuro. No busquemos
confrontación. Seamos más adultos y dejemos por una vez la historia
de héroes y villanos. De padres indolentes e hijos sufridos.
En
Jurassic Park, John Hammond pierde el control de su anhelado sueño
por una tormenta y la búsqueda de un hombre por algo que lo eludía:
dinero, el cochino dinero. No fueron los dinosaurios los que
persiguieron al Dr. Grant y a los niños; osea sí lo hicieron, pero
las consecuencias de nuestras actitudes despectivas hacia nuestro
trabajo, nuestra irresponsabilidad con nosotros mismos y entre
nosotros como supuestos seres pensantes es lo que amenaza con
devorarnos.
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